martes, 3 de marzo de 2009

Bolivia: diseñada para boicotear

A la publicación de una noticia en un matutino nacional, es imposible no escribirle algunas líneas de opinión personal. He aquí la redacción periodística:

“Una encuesta patrocinada por el Fondo para la Democracia de Naciones Unidas (Undef, en inglés) revela que el 68 por ciento de los bolivianos se considera mestizo frente al 62 por ciento de la población que en el Censo de 2001 declaró su pertenencia a alguna de las etnias bolivianas…

“Frente a esas conclusiones –continúa la nota de prensa–, la encuesta muestra que dos tercios del total de consultados se reconocen como mestizos; en cambio, solamente el 20 por ciento dice ser indígena-originario y el 5 por ciento se autoidentifica como blanco…

“El informe –sigue la nota– también señala que un 44 por ciento de los encuestados dice ‘sentirse parte’ de algún pueblo originario. Según los promotores del estudio, este dato muestra que los bolivianos ‘no ven contradictorio’ ser mestizo y al mismo tiempo pertenecer a alguna cultura indígena, principalmente quechua y aymara, las más importantes en el país. En cualquier caso, una amplia mayoría de los encuestados considera prioritaria la identidad nacional frente a lo indígena o lo regional…

“Así, un 76 por ciento –dice el matutino nacional– ve más importante “ser boliviano” que indígena y un 82 lo valora por encima de la identidad regional.” (La prensa: http://www.laprensa.com.bo/noticias/03-03-09/03_03_09_poli1.php)

Se me ocurren varias interpretaciones sobre el tema (ninguna teórica, ni académica, ni letrada)

La primera: es como si nos viéramos en un espejo y nos sorprendiéramos del volumen y la dimensión de lo que se ve reflejado (68% se considera mestizo ahora, frente al 62% que se consideraba de alguna étnica en el Censo de 2001)

La segunda, corolario de lo anterior, tiene que ver con las consignas que solemos seguir ciegamente los bolivianos, porque carecemos de instrucción cívica (incluyendo a TODOS los presidentes de los Comités Cívicos) y de pronto, cuando cambian las circunstancias (las consignas), opinamos incluso lo antagónico.

La tercera, es que si tenemos que guiarnos por la opinión generalizada, con razón la política del entusiasmo compulsivo, ahonda el acelerado subdesarrollo de Bolivia.

La cuarta, merece un exabrupto como: ¿qué ca...”pí”!, hacemos con los “pí” artículos de los privilegios indigenistas en la nueva CPE?

Hasta ahora he visto un país fatigado en consolidar su “diseño para boicotear”; como la absurda idea de no reactivar molinos de trigo, porque pertenecen a los “ricos” y preferir importar harina desde Argentina (los guachos chochos porque tienen bolivianos que les compran sus remanentes de los commoditties), indirectamente refuerzan el modelo neoliberal de globalización del mercado y boicotean el circuito económico nacional.

El diseño del boicot, refleja después, porcentajes como el de la nota, porque la práctica (el boicot) se institucionaliza cada vez que los comités cívicos, los gremios, los movimientos sociales, las instituciones, los gobiernos municipales, departamentales y nacional, operan de manera corporativa (se acomodan y se protegen, en detrimento del colectivo social, del Bien Común)

Un país de boicot exige que nos acostumbremos –como dijo García Lineras– no sólo a la presencia de los militares en función de policía y ministerio del interior sobre nuestras calles, sino también a los espejos que mostrarán, en encuestas y estudios serios como el de UNdef, lo distorsionado de nuestro país.

Un país de boicot exige que nos traguemos sapos y culebras, que votemos como borregos: por el Sí o por el No, para hacernos aprobar constituciones, leyes y estatutos a medias y amarrados: concesiones mayores que el plato de lentejas bíblico (pérdida de la primogenitura)

Un país de boicot vive y se alimenta de la práctica del espejo distorsionado, del espejo de las consignas, del espejo de los regionalismos y los prejuicios.

Si ayer un 62% dijimos que éramos pertenecientes a alguna étnia y ahora un 68% (de los mismos bolivianos) decimos que somos mestizo, simple y llanamente en alguna parte nos engañamos, en alguna parte nos auto-boicoteamos y nos boicotean.

La primera condición para ser Nación boliviana, es que nos miremos al espejo, nos reconozcamos y nos aceptemos: con la verruga y la nariz torcida; que nos tratemos bien y no mal como hasta ahora, donde incluso el Dengue se campea como perro por su casa, por la ausencia, ineficiencia, cinismo, improvisación y falta de respeto por parte de las autoridades, que no encuentran ningún freno: ni de rechazo, ni de molestia, ni de reclamo de parte nuestra (con esta actitud poco cívica, reforzamos su práctica corporativa)

Los porcentajes cambiantes de las encuestas que vengan, seguirán corroborando un estado de ineficiencia colectiva y una vocación por el reforzamiento al boicot.

No hay comentarios: