A pocas horas del referéndum por la nueva Constitución Política del Estado (NCPE), ¿qué significan los actos de clausura de las Campañas por el Sí y por el No?: un ritual.
Un ritual de reafirmación de una identidad colectiva; un proceso de transformación, de la invisibilidad a la visibilidad colectiva de construcción social de sentido; un proceso de retorno a propiedades políticas de “no–muerto” y “no–vivo” al mismo tiempo, porque son un estado de transición indeterminado; son una fase política de modo subjuntivo (en el mundo de las hipótesis, la conjetura y el deseo) que ofrece reafirmación de nuevas estructuras significantes.
Al nivel discursivo, la construcción del real social y la creación de la propia imagen junto con la del contrario, es un proceso de desarticulación, de borramiento de lo-otro; es un tiempo de génesis y apocalipsis.
Como dirían Verón y Angenot, lo que comparten ambos rituales es:
• un sistema cognitivo o doxa solidaria, que se sostiene desde un
• circuito económico discursivo (quién dice qué parte de la construcción simbólica), que apela (en especial en esta campaña) a construcciones simbólicas de temas recurrentes tales como tabúes, fobias, censuras y principios de exclusión colectiva, que posibilitan
• un espacio imaginario donde conviven lo subjuntivo, con lo imperativo, lo real, la utopía, la negación, el ocultamiento, el disimulo y las ideologías
Las campañas de clausura por el Si y por el No a la propuesta de Constitución, fueron eso –simple y llanamente– un ritual de transformación de ida y vuelta hasta el cansancio de: “no–vivo” y “no–muerto”, que tampoco definirán su estado el próximo 25 de enero, porque le sucederán otros rituales similares a éste.
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